martes, 4 de septiembre de 2012

LOS ALPES DEL TIROL. 1º parte

Estuve en Austria dos veces, en los años 86 y 87, y como comprenderéis, era hora de volver. A través de la agencia de viajes ALVENTUS diseñamos un recorrido de trekking que fuera "de refugio en refugio" y que nos proporcionara una amplia visión de estas maravillosas montañas.






Tras un agradable vuelo vía Munich nos instalamos en St. Johann im Pongau, pequeña ciudad tirolesa al pie de la gran cadena de los Alpes, lugar agradable, donde por las mañanas huele a heno recién cortado y con todos los servicios, un buen "cuartel general" para programar actividades por la zona.
El primer día, para entrar en calor, no fuimos a visitar las cercanas gargantas de Liechtenstein, con un sendero acondicionado, con muchos visitantes, pero verdaderamente interesante. El lugar debe su nombre al príncipe de este pequeño reino, que en 1876 financió la apertura del sendero.
Al día siguiente empieza nuestro trekking, en las famosas cataratas Krimmler, de las que se dice que son las más grandes de Europa, yo creo que deben ser las más caudalosas, pues realmente resulta bestial el volumen de agua que cae por ellas, habiéndose medido hasta 600.000 metros cúbicos por hora, y con un salto total de 380 m. en tres etapas o escalones.
Finalizados los saltos, dejamos atrás el bullicio y nos adentramos en un valle espectacular, típica estampa alpina de prados, bosques de coníferas y montañas. Al poco tiempo, estamos los cuatro solos caminando y llegamos a buena hora al refugio Krimmler Tuernhaus, a 1.700m. de altitud, que verdaderamente más parece un pequeño hotel. Cenamos bien y pasamos nuestra primera noche en ruta.
A primera hora estamos de nuevo caminando por un enorme valle de origen glaciar y típica forma de U. Al girar la sur, aparece al fondo un enorme farrallón de montañas que aloja una importante masa de glaciares. A pesar del retroceso que sufren estos gigantes en Europa, la visión de los mismos sigue siendo sobrecogedora.
Tras un último buen repecho, a mediodía llegamos al segundo refugio, el Warnsdorfer, situado en un espolón a 2.400m. de altura, con maravillosas vistas y perfectamente acondicionado. Como queda tiempo, Faustino y yo dedicamos la tarde a subir a la cima del pico Gamsspitzl, a 2.900m. y asomado a los grandes glaciares del macizo del Grossvenediger, la segunda montaña en altura de Austria. La aérea y reducida cumbre apenas tiene sitio para los dos montañeros y la metálica cruz con que en este país se adornan las principales cimas.
La tercera etapa es corta pero de gran dureza: hay que bajar de nuevo al valle y remontar una empinada cuenca que conduce, entre feroces zig-zags del sendero, hasta el collado Birnlücken o Forcella del Picco, a 2.665m., frontera natural entre Austria e Italia. Nos lo tomamos con tranquilidad y buen ritmo, subiendo el collado en algo menos de dos horas. En lo alto, unos colegas alemanes saltan con sus parapentes y nos quedamos un buen rato viendo sus evoluciones y como se pierden en la lejanía.
Bajamos al refugio italiano de la Brigata Tridentina, a 2.441m. y el ambiente es muy diferente, menos lujoso, menos limpio, más gente, más bullicio, en fin, esto es Italia. Por la noche, tras la cena, tenemos concierto de acordeón, mientras la tormenta se cierne sobre nosotros, con abundante aparato eléctrico.

lunes, 3 de septiembre de 2012

MUNICH, CAPITAL DE BAVIERA

Como primera entrega de un viaje a los Alpes tiroleses, os voy a hablar de la ciudad alemana de Munich, donde hicimos escala, disfrutando de una tarde y mañana completas.




Los que me conocen saben que no soy amigo de las grandes ciudades, las valoro y aprecio sus monumentos pero me cansan rápidamente. Hay una pequeña lista de excepciones, en las que acaba de entrar esta bella y animada población.
Munich es la tercera ciudad alemana en número de habitantes (algo más de 1 millón trescientos mil), y según un estudio reciente es la capital alemana con mayor calidad de vida, que ya es decir.
A pesar de su tamaño, Munich resulta abarcable para el viajero, las comunicaciones son excelentes, el metro puntual y limpio, como buen alemán, ("Alemania huele a hierro decía mi amigo Faustino") y por ello puede uno situarse y hacerse una buena composición del lugar en poco tiempo.
Nosotros dedicamos la tarde a pasear por el centro antiguo, empezando por la puerta de Carlos y continuando por la zona peatonal y comercial hasta la plaza de María, centro geográfico y social de la urbe, donde contemplamos el nuevo Ayuntamiento y su famoso carrillón. También vimos la catedral de Nuestra Señora con sus dos torres gemelas y el hecho de que ningún edificio pueda superarlas en altura es uno de los detalles que más me gustan de la ciudad. 
Terminamos el paseo en el mercado de alimentos, donde tomamos la primera de muchas cervezas. La cerveza alemana merece capítulo aparte, te puedes tomar unas jarras enormes y no te llenas la barriga de gas, como aquí. Como además no había que conducir,  quién dijo miedo.
Finalizamos la noche en la más famosa de todas las cervecerías, la Hofbrauhaus, con un ambiente que solo se puede valorar estando allí. Banda de música tradicional en directo, gentes de todas partes del mundo, salchichas y codillos asados, y litros y litros de bebida espumosa.
La mañana siguiente la dedicamos a recorrer el parque Inglés, uno de los parques urbanos más grandes del mundo, con un río que lo atraviesa, donde la gente se baña y hasta practica el surf.
En resumen, si tenéis una ocasión de conocer Munich no la dejéis pasar, merece la pena, sin duda.