lunes, 21 de diciembre de 2009

INVIERNO EN LOS PIRINEOS

Al menos una vez al año hay que ir a una montaña DE VERDAD. Eso, en España, equivale a los Pirineos. Se cumplía el año desde nuestra expedición a Nepal y Faustino y yo pensamos que era el momento, así que pillamos el Mini y nada, 1.200 km. del tirón: Jerez-valle de Hecho (Huesca). La cordillera pirenaica nos recibe con amenaza de temporal y con temperaturas de -10ºC pero de momento el cielo está raso y antes de que se estropee nos vamos a por nuestro objetivo principal: el pico Bisaurín, de 2.700m. de altitud, la primera gran montaña del macizo empezando por occidente. A primera hora del domingo partimos del refugio de Lizara, a 1.500m., y afrontamos las duras rampas de nieve dura que nos llevan al collado de lo Foratón. Llegar al collado me cuesta, no consigo calentar ni pillar el ritmo y este Fausti está que se sale, me está reventando. Desde este punto se alza una imponente pala de hielo que se endereza hasta los 45º de inclinación. Hay que sacar crampones y piolet y vigilar la técnica, no es difícil pero no podemos cometer ningún fallo. Seguimos una huella antigua, de antes de que helara y eso ayuda. Hay un paso en un estrechamiento rocoso y luego la pendiente disminuye un poco. Me encuentro mucho mejor y empiezo a ver la cumbre. La llegada es espectacular, hace mucho frío y el panorama de la cadena montañosa resulta soberbio. Siento una gran alegría y me abrazo a Faustino. La bajada resulta demoledora y llego con las piernas bastante tocadas al refugio, pero no me importa, ha sido genial. Al día siguiente continúa despejado y optamos por una actividad un poco más light, tras la paliza de ayer. Nos vamos a visitar el interesante monasterio románico de San Juan de la Peña, cerca de Jaca, y desde allí subimos una cima pequeña pero preciosa, junto a la ermita de San Salvador, a unos 1.600m. de altitud. Durante la ascensión se suceden los bosques de pinos y un bonito hayedo, salpicado de tilos, tejos y acebos. Desde arriba se domina gran parte de la cadena axial de los Pirineos, con una de las mejores panorámicas que he disfrutado nunca. Lo malo es que el intenso frío nos obliga a retirarnos pronto. Nos desplazamos al valle de Tena, alojándonos en el pueblo de Biescas, donde conocemos gente encantadora como Sergio y su novia sevillana, y como Ramón, dueño del restaurante y hotel Ruba, el sitio de referencia para degustar buena comida y hospitalidad aragonesa a buen precio. Nuestro último día de actividad amanece con más frío y viento, la sensación térmica es bajísima y no sabemos qué hacer. Vamos al Portalet con idea de escalar el Anayet pero la ventisca impide casi bajarse del coche. En Panticosa la cosa está casi igual. Finalmente nos decidimos por un objetivo más modesto y subimos la Punta Tarmañones, frente a la Peña Telera, con alrededor de 2.200 m. de altura. La elección resulta un acierto pues aquí no nos pega tanto el viento y porque esta modesta cima está sola en medio del valle, siendo un mirador excepcional. La subida se alarga más de lo esperado y al final también echamos mano de los crampones, pues la nieve está muy transformada. Llegamos a nuestra tercera cumbre en tres días y la recompensa es otra vista excepcional de 360º: la lóbrega cara norte de la Telera, el pico Escarra, el esbelto Midi d'Ossau, Argüalas, la Tendeñera, Vignemale al fondo, todo un mundo de montañas con sus mejores galas invernales, un auténtico regalo para dos modestos montañeros del Sur. En la bajada casi nos coge la noche, mientras los montes se vuelven primero anaranjados y luego con suaves tonos rosados, con luces frías, polares, que me hacen seguir soñando con nuevos horizontes, con nuevos viajes, con nuevas montañas.