lunes, 11 de febrero de 2013

EL ALTO ATLAS CENTRAL

 
Durante la Semana Santa de 2011, mientras bajábamos del Jbel Ghat, en la cordillera marroquí del Atlas, apareció al oriente, en la lejanía, una montaña aislada e imponente, que más parecía un volcán. Preguntando a nuestro guía Mohamed, este nos reveló que se trataba del Azourki, un pico de 3.700 m. de altitud, situado al fondo del valle de Ait Boughemez. En ese momento, mi amigo Faustino y yo decidimos que sería nuestro próximo objetivo.
Un grupo de ocho amigos del Club Sierra del Pinar nos ponemos de acuerdo y nos vamos en dos coches todo terreno, pues hay que transitar por tortuosas pistas de tierra antes de llegar al pie de nuestra montaña. Tras un largo viaje y después de cruzar de noche un puerto nevado a 2.600 m. de altura, por fin llegamos al pueblo de Ighirine y a nuestro refugio, donde nos espera nuestro guia Said con una cena caliente y abundante, compuesta por Harira y Tajine de cordero.
A la mañana siguiente, muy temprano, ya están nuestras mulas cargadas con los petates, listas para subir al lago de Izourar, donde pensamos montar nuestro campamento de altura. La ascensión es suave, en medio de terrazas de cultivo y con unos enormes ejemplares de sabina adornando las laderas. Llegados al lago, el lugar resulta impresionante, en medio de un inmenso plateau rodeado de grandes cimas: la cara sur del Azourki y la cara norte del jbel Waougoulzat. Como llegamos temprano, nos dividimos en dos grupos de cuatro, unos van a dar la vuelta al lago y otros intentamos ascender al segundo de los picos mencionados, por una interminable pala de nieve en la que nos hundimos continuamente, por lo que sólo llegamos a una cota situada a 3.400 m., un mirador excelente y una buena recompensa a nuestro esfuerzo.
Llegamos de noche al campamento y nuestros compañeros nos regañan pues se habían preocupado por nuestra tardanza. Faustino prepara una de sus tradicionales y opíparas cenas y disfrutamos de una noche estupenda, no demasiado fría y con un cielo estrellado como sólo he visto en Marruecos.
Antes de amanecer estamos listos para nuestra ascensión. La cara sur del Azourki se presenta como una enorme muralla sin concesiones y con más de mil metros de desnivel. Nuestro guía la afronta por derecho, ganando altura poco a poco hasta una banda de rocas que divide en dos la salvaje ladera. A partir de aquí nos desviamos a la izquierda buscando un punto factible para ganar la cuerda, a la que llegamos tras más de tres horas de esfuerzo continuado. En este punto se alza una bonita y larga cresta por la que llegamos al punto culminante, a 3.677 m. 
El panorama a 360 grados es increíble, con muchas montañas, algunas de ellas viejas conocidas como el M'Goun y otras cuyo nombre desconocemos. El día es radiante de sol, sin apenas viento y como diría un buen amigo, nos cuesta abandonar estas alturas, pero nos espera una larga bajada y no tenemos más remedio que marcharnos.
El viaje no ha acabado y dedicamos una nueva jornada a recorrer kilómetros y kilómetros de pistas, cruzando grandes puertos y bajando a profundos valles. Pasamos junto a pueblos muy remotos, como Zawyat Ahansal, cerca de la conocida garganta de Taglia. Conocemos también la famosa Catedral de roca, con una bonita gite a sus pies, lugar de ensueño para escaladores. Cruzamos bosques bien conservados de pinos, cedros, enebros y sabinas, y mas abajo, grandes zonas de encinar y olivos, donde montamos un agradable campamento.
El regreso lo hacemos por Xauen, donde compartimos una última cena y celebramos el éxito de nuestro viaje, éxito en el que mucho ha tenido que ver el buen hacer y la experiencia de nuestro amigo Faustino y su agencia de viajes ALVENTUS.